"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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13-02-2011 |
Gobierno, reacción y ultra-izquierdismo
“El país anda bien, el gobierno anda mal” afirma el Diputado Borsari del Partido Nacional. El primer hecho es inocultable visto en términos comparativos (al precio de la destrucción ambiental, por ejemplo, debido a los procedimientos de producción de la soja). Pero ¿es ajeno el gobierno a que al país le vaya bien? A Uruguay -pequeño país fuertemente condicionado por la región- le sería prácticamente imposible que le fuera bien si a ésta le fuera mal; sin embargo, le podría ir mal yéndole bien a la región, si no supiera integrarse adecuadamente. Y esa integración en MERCOSUR y UNASUR es el principal mérito del gobierno de Mujica, corrigiendo al gobierno anterior cuando, coqueteando con el TLC con EE.UU. , se enfrentó a la vez a Argentina y Brasil. Su posición es opuesta a la de la oposición reaccionaria, e incomprendido por la vocinglería ultra-izquierdista. El pasaje a la TVdigital brasileño-japonesa es otro jalón en esa elección geopolítica: Uruguay hoy debe marchar junto a sus vecinos –sin que implique tomar de “modelo a Lula”- haciendo lo contrario a la prédica del Dr. Lacalle, quien protesta por la “pérdida de soberanía” frente a Argentina, Brasil y Venezuela. La opción reaccionaria es mantener la condición de Estado-tapón, y ser satélite sumiso del binomio imperialista Estados Unidos-Unión Europea.
No explicaremos por qué le va bien al país en escasas líneas. Sí afirmamos que gravita el que la producción se coloque a buenos precios en el mercado mundial, y que el aumento de la capacidad de consumo de China y de India contribuya al fenómeno en alto grado. Agréguese que la mayoría de los países de la región y los integrantes del MERCOSUR, han adoptado políticas de relativa independencia frente a su poderoso, agresivo y alicaído vecino, EE.UU., dando prioridad a las relaciones Sur-Sur. La oposición silencia que Uruguay pudo haber quedado atornillado a EE.UU. a través de la firma del TLC que ella defendió calurosamente, en cuyo caso otro gallo cantaría. Silencia que el hecho de que Uruguay acompañe “en el estribo” a Brasil, le permite aflojar la subordinación al imperialismo.
Quien lea esta columna sabe de su enfoque crítico hacia el gobierno. Sin embargo, los frenteamplistas no pueden compartir ni tampoco ignorar, la visión de pequeñas sectas ultra-izquierdistas, que aprovechando los errores y las contradicciones del Frente han llegado a tener gravitación episódica muy por encima de su verdadera presencia en el pueblo, como ocurrió en el conflicto de ADEOM. No juzgaremos su plataforma reivindicativa, pero sí rechazamos el enfoque de sus principales dirigentes hacia el gobierno, y hacia todos los que valoramos que los gobiernos del Frente constituyen un positivo cambio cualitativo. Con variantes político-ideológicas el denominador común del izquierdismo infantil es la existencia de dogmas, la incapacidad de distinguir estrategia y táctica, la metodología aplicada que no considera los deseos y las necesidades de las clases populares.
¿Cómo razonan las sectas ultra-izquierdistas? Si bien cada una tiene enfoques inconmovibles y divergentes con las de otras -por lo que cualquier generalización no es más que una aproximación- los puntos de partida son ciertos preceptos. No erraremos si enunciamos algunos. Estar contra el sistema capitalista, generador de explotadores y explotados; y deducir que todo conflicto entre un explotador y un explotado es un combate frontal, sin distinguir otras contradicciones, donde hay que aplastar al primero (no importa que sea una trasnacional o una empleada que contrata a una niñera). El Estado es opresor y hay que oponerse a cualquier acción del gobierno (sea el de Uruguay, Venezuela, Israel, EE.UU., China, etc.), de la justicia, de las Fuerzas Armadas. Los vacilantes deben aplastarse. Hay que defender la Naturaleza y todo lo que amenace alterarla es reprobable. Quienes discrepen son traidores. Si la realidad no coincide con “mi planteo” , está equivocada.
Los hechos tercos y porfiados no son considerados. Así, que el decreto de esencialidad solicitado por la Intendenta de Montevideo, tuviera el 86 por ciento de aprobación y sólo un 7 de desaprobación, debiera llamar a la reflexión, pero las sectas no se inmutan. Trotsky había observado que “la política comienza con este análisis concreto. El pensamiento oportunista, así como el sectario, tienen un rasgo en común: extraen de la complejidad de las circunstancias y de las fuerzas uno o dos factores que les parecen los más importantes –y que de hecho, a veces lo son- los aíslan de la compleja realidad y les atribuyen una fuerza sin límite ni restricciones (...) Los ultra-izquierdistas detienen su análisis justo donde acaba de comenzar. Oponen un esquema prefabricado a la realidad. Ahora bien, las masas viven en la realidad. Debido a esto, el esquema de los sectarios no tiene ni la más mínima influencia en la mentalidad de los obreros. Por su propia esencia, el sectarismo está condenado a la esterilidad.” (28/9/1937).
Corresponde a la izquierda socialista formar cuadros políticos, sindicales, sociales, profundizar el debate, sin cansarse de explicar las contradicciones al pueblo.
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